- Área: 750 m²
- Año: 2016
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Fotografías:Juan Solano Ojasí
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Proveedores: Kohler, D'Amato , Decor Center, Kholer, Termia
CASA HORADADA EL GOLF
El proyecto parte por entender las relaciones familiares compuestas por tres generaciones distintas. A través de largas conversaciones nos transmiten las dinámicas familiares como parte de su “memoria”, pero sobre todo, de sus anhelos y deseos. La propuesta debe cobijar a todas ellas previendo nuevas formas de ocupación y relaciones inesperadas.
El lote reducido y entre medianeras se emplaza en un distrito mono funcional - residencial limeño consolidado desde hace varias décadas, pero en proceso de cambio, como muchas zonas de la ciudad. Concentramos el volumen en medio del lote, descontando retiros anteriores y posteriores propios de una reglamentación estricta. Estos retiros nos permiten establecer futuras relaciones de emplazamiento con el entorno que no cuenta actualmente con mucha riqueza, pero que está en constante mutación.
Así, trazamos la reductibilidad del volumen a una entidad cúbica simple y primaria ocupando el máximo de lote permitido y disponible. Este lote cuenta con 300 metros cuadrados y el programa asciende a 750 metros. Las funciones para el descanso y servicios se concentran en los recintos perimétricos de la primera, segunda y tercera planta, permite trazar los límites con la calle a través de una opacidad controlada en las fachadas.
Los espacios para los encuentros familiares colectivos se emplazan hacia el interior, a través de secuencias espaciales: vacíos que van superponiéndose en dirección al cielo a través de todos los niveles del proyecto, de modo que en cada espacio se siente la presencia del otro y las relaciones se experimentan a través de los espacios en movimiento. En estos no existen certezas establecidas, pueden cambiar, mutar o redefinirse.
Esta continuidad espacial la entendemos como la posibilidad de borrar límites, como una operación que permite una simbiosis entre el interior y exterior, de modo que, sus habitantes puedan definir y redefinir su estado espiritual y físico. Así, se podrá descubrir que posiblemente lo íntimo no significa soledad o estar apartado, y que la vida colectiva puede requerir a veces de un estado de intimidad también.
La materialidad del concreto cuyo encofrado deja huella profunda en el material, permite una lectura que va mutando de acuerdo a las sombras dependiendo del recorrido solar. Los espacios intermedios con la calle, es decir, los balcones, se tratan con otra materialidad, como una huella dejada por la sustracción del volumen, a través del uso de la madera.